Erlinda Handal, Viceministra de Ciencia y Tecnología: “A la semana de yo haber nacido, a mi padre (Shafick Handal) lo expatriaron para Chile"

Erlinda Handal, tiene un doctorado en Química de la Universidad de "Mijaíl Lomonosov”, un Centro Estatal de Investigación Avanzada en Moscú, Rusia.

A los 7 días de nacida, tuvo la tremenda mala suerte de ser expulsada del país junto a su padre, Shafick Handal y toda su familia por razones políticas.

Erlinda volvió a El Salvador en 1994 hecha toda una mujer y, después de estar exiliada en Cuba y Rusia, ahora es jefa indiscutible de las ciencias en El Salvador.

Ésta es la última entrevista concedida a El Faro.net
Por Por Daniel Valencia, Diego Murcia y Mauro Arias / Fotos: Mauro Arias

¿Usted recuerda ese momento exacto en que su padre dijo: tengo que irme a la clandestinidad? ¿Cuántos años tendría usted?

¡Si eso sucedió antes de que yo naciera! Cuando yo nací, pues, en esa época, a mi padre lo expatriaron para Chile. O sea, a la semana de yo haber nacido, a mi padre lo expatriaron para Chile. Imagínese. Mis primeros días fueron en el exilio con mi padre, mi madre y mi hermana Anabella, porque allá en el exilio nació mi hermano Jorge. O sea, yo ni viví ese momento, yo nací en ese momento, ja, ja, ja.

¿En qué año fue eso?

¡Ay! (Erlinda cruza los brazos y se echa para atrás, con una mueca de sonrisa que reprende a aquellos que osan preguntar a una mujer a su edad).

¿Usted nunca se cuestionó por qué no podía vivir como sus amiguitos, con estabilidad, en un solo lugar?

Pero es que yo viví en lugares fijos. Bueno, al nacer, imagínese, a la semana mi padre es expatriado, pero nosotros nos unimos con mi padre. Mi madre, Blanca, nos cuenta que como a los tres meses nosotros emprendimos el viaje a Chile y no podría ser antes porque yo estaba recién nacida. Emprendimos el viaje a Chile y allí vivimos varios años, en Santiago. Y luego, al regresar a El Salvador, vivimos frente a Obras Públicas, luego nos mudamos allá por la fábrica La Estrella y luego a la colonia El Roble. ¡Ah, bueno! Y estuve en Usulután viviendo con mis abuelos. Pero creo que he tenido menos movilidad que cualquier otra familia. Y luego que ya me fui a estudiar en el extranjero.

Cuando niña quizá era difícil que usted acabara de entender lo que pasaba. Cuando se dio cuenta de la realidad y de por qué su padre tenía que ausentarse de la casa, ¿qué pensó?

Fui comprendiendo poco a poco las razones de por qué él hacía eso. Entonces, al darme cuenta de que las razones eran justas, pues lo que sientes es una identificación con el padre.

¿Él discutía con ustedes?

No discutía, sino que conversábamos de todo… conversábamos y nos explicaba en esos momentos en los que estábamos juntos.

Yo trato de imaginarme cómo era un fin de semana en familia. ¿Cómo aprovechaban ese tiempo que estaban juntos? ¿Él les hablaba acerca de Lenin?
Ja, ja, ja.

Ja, ja, ja. ¿O a qué jugaban?

Íbamos a la playa, jugábamos bádminton, comíamos mango, escuchábamos música, contábamos chistes… De todo… Nos poníamos al día con los chismes. Conversábamos de todo y, de vez en cuando, cosas de política. Pero no “Lenin dice, Marx dice”, nada de eso.

¿En algún momento usted o alguno de sus hermanos habrá pensado o dicho: “Papá, vámonos”?

Nunca se dio eso, nunca. Quizás a eso contribuyó muchísimo mi madre, Blanquita Vega, que era una mujer muy fuerte y también muy comprometida con las ideas de justicia de mi padre. Quizás por eso nosotros veíamos que esto era lo normal. En realidad no vivimos esa vida que se pueden imaginar. Íbamos a fiestas como todo el mundo, hicimos todo, como todo el mundo. Había algunas cosas que sí eran un poco restringidas: por ejemplo, nuestros amigos no podían estar todo el tiempo en la casa, o nosotros no lo acostumbrábamos, en períodos de gran clandestinidad, cuando mi padre podía llegar en cualquier momento. Entonces, no acostumbrábamos eso. Pero, aparte de eso, no había ninguna diferencia.

¿Venía de Cuba?
Sí.

¿Estuvo en la isla desde el 80?
Si, aproximadamente.

¿Usted llegó en el 94 a la UES?
Sí.

Usted es hija de uno de los líderes políticos más representativos y más importantes que ha tenido el país.
Afortunadamente.

¿Qué significa eso? ¿Cómo se entiende eso de ser la hija de Schafik Hándal?

Bueno, vamos a analizarlo como persona: fue un gran padre. Y ser la hija de una persona que es un buen padre, es muy reconfortante. Y si lo vemos desde el punto de vista del aporte que él dio a la sociedad salvadoreña, pues es un orgullo. Pero también es una gran responsabilidad ser su hija. Es lo que le puedo decir de manera extractada.

¿Él era bravo?

¿Bravo en el sentido de luchador o de enojado?

De enojado...
Ja, ja, ja. En el medio se le dio esa cara...
¡Na! Pues sí, si era lo único que le podían explotar.

Resto del artículo en el fato.net AQUÍ

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